domingo, 26 de agosto de 2007

LA MUERTE DE VENUS

Soñé sus sensuales proporciones


cambiadas por el mar,


ella fue una marsopa, una


bestia marina subiendo luminosa desde la bruma.



El sonido de ondas mató el habla


pero había gestos—



de mí mismo, para llamarla cerca,


de suyo, ella bufó y, con agua, llenó sus pulmones,


luego se hundió, hasta el fondo,


y al mirar bajo, entre lo claro, como cristal,


la ví.




ROBERT CREELEY


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